Aunque actualmente es una ciudad industrial, Malbork no ha perdido su encanto. La visita puede comenzar por su Castillo (Zamek), que tras las remodelaciones que ha sufrido está compuesto en la actualidad por varios edificios que forman una ciudadela. Se comienza por el Castillo Exterior del que solo se conservan restos de las murallas, la Iglesia de San Lorenzo que actualmente acoge a un restaurante, el Castillo Central con decoración de baldosas esmaltadas y en cuyo recinto destacan el Museo del Castillo con una magnífica colección de objetos de ámbar entre otros objetos, la Sala de los Caballeros, la Habitación de la Torre, las Habitaciones de los Invitados, el antiguo Hospital y varias posadas, comercios y tabernas, el Palacio del Gran Maestre, extrañamente hermoso en el que merece la pena visitar el Refrectorio de Invierno y de Verano, el Castillo Alto, la parte más antigua del conjunto compuesto por galerías, Sala Capitular, Refrectorio, Tesorería, Capilla, Habitaciones del Gran Maestre, Dormitorios, cantinas, cocinas y graneros, la Iglesia de Santa María y la Cripta-Capilla de Santa Ana. El resto de la ciudad medieval conjuga elementos modernos con otros de la Edad Media. Merece la pena visitar la Iglesia de San Juan Evangelista, gótica, el Ayuntamiento del siglo XIV, la Iglesia Evangélica de madera y el Antiguo Molino, gótico del siglo XV.